viernes, 16 de junio de 2017

El primer grupo del FIB



Gatominidi en El Loco

La mejor manera de preparar los momentos previos a un concierto es entre unas cañas. Si además añadimos unas bravas y una buena ración de sangre con cebolla, la preparación es ya la más adecuada para afrontar cualquier eventualidad. Con ese menú entre pecho y espalda mi amigo Ernesto y yo aún tuvimos tiempo de revisar los 30 años de historia de la mítica Bodega Valero incrustados en sus paredes, cargadas de recuerdos, alcohol y muchas fotos de tres décadas en el barrio valenciano de la Luz. Sólo a una calle de distancia, la sala El Loco abre ya sus puertas y decidimos lanzarnos a la arena.   

Lost River Bastards
Lost River Bastards abrieron fuego con su refrescante y cuidado repertorio eléctrico, perfectamente trabajado con ribetes psicodélicos sin estridencias, que construye atmosferas diseñadas con esmero para cada canción. Una grata sorpresa poder disfrutar de su directo, marcado por la voz cálida de Rafa Vicente mientras busca ritmos elegantemente diáfanos que atrapan por su originalidad. Un rock que no cansa y alegra. Decididamente un grupo que merece ser seguido con dos discos ya lanzados por un orden que no deja dudas; First y First II. 


Doctor Lobo
Doctor Lobo salió a lo suyo, con ansias de agradar a sus fieles. Un grupo que va creciendo al tiempo que aumenta el barroquismo de sus composiciones siguiendo sus patrones de acción contundente. La banda crece en sonido y también en componentes que acompañaron al trío originario en su puesta en escena. Un concierto que sirvió para presentar su último disco Metodología, un crecimiento sonoro con la aportación de sintetizadores frente a su primer álbum Reiniciar. Ellos aportaron una buena dosis de energía para calentar la pista.

 
El cabeza de cartel no se hizo esperar. Gatomidi  salió a por todas con ansia por presentar su último y flamante The Flowers Cavern, un trabajo que supera los momentos tenebrosos de su repertorio anterior, para entrar en terrenos donde la claridad alumbra sus intenciones. Un trabajo auto-editado por ellos mismos en los estudios que han costumizado en su Mota del Cuervo natal, en la Mancha, dentro de unos antiguos frigoríficos destinados a la conservación de flores. Quizás ello haya influido en el colorido y la luminosidad vitamínica de Have Fun, tema estrella del álbum con vocación de convertir-se en hit. Una propuesta que aporta toda la frescura de una banda que no para de rebuscar en su personal universo sonoro, repleto de referencias entre la Velvet Underground, Paul Weller o el sonido Manchester de los 90, pero siempre definido por el toque propio que aportan las composiciones de Gimena y la omnipresente guitarra Nolasco y su voz trepidante. Su música es la mejor compañía para hacer frente al verano, que a ellos les espera intenso.
Gatomini es el grupo que abrirá el FIB 2017. Todo un honor para una banda devota del festival de Benicàssim, donde ya han actuado anteriormente. En la sesión del jueves compartirán cartel con The Weeknd y nada más y nada menos que Jesús and Mary Chain, que ya aparecieron en el cartel del festival en los tiempos del velódromo. Los hermanos Reid regresan para llenar de distorsión el recinto situado a los pies del Desierto de las Palmas. En mi personal playlist para el jueves también está el grupo valenciano Gener, una interesante formación que confieren gran importancia a la coralidad de sus temas, unas composiciones que deambulan por ampulosos caminos llenos de épica entre el western y la ópera.
Habrá también tiempo el viernes para reencontrarse, una vez más, con Los Planetas, iconos coronados en la cresta del mundo indie que haran sitio en su “Zona temporalmente autónoma”, una filosófica referencia a un ensayo de Hakim Bey, para bautizar su último disco, aparecido después de siete años de silencio. Una andanada de rock salido de Granada con efluvios flamencos. Siempre es interesante también vivir la experiencia de uno de los excitantes y sentidos directos de Capsula, con sus contundentes ribetes postpunk i sus elogios al genio de Bowie. Los ritmos de Joe Crepúsculo y La Casa Azul “remenber-izarán” el ambiente de las carpas festivaleras pero ya en abierto. Red Hot Chili Peppers es el plato fuerte para la nostalgia del sábado, asistidos en las bandas por Peter Doherty, Dinosaur Jr. o Lian Gallager, que últimamente parece un poco más tranquilo lejos de su hermano. Kasavian y la siempre festiva puesta en escena de Crystal Figthers son otras atractivas cabezas de cartel para el domingo, donde el porcentaje patrio lo ocupan los omnipresentes Love of Lesbian. Y como manda la tradición cerrará Aldo Linares. Pero los de Gatomidi siempre podrán contar que ellos fueron los primeros del FIB 2017.

jueves, 16 de febrero de 2017

Paloma Chamorro, la Musa de los Jueves



El mundo tenía entonces menos países que ahora atenazado por un muro en el centro de Europa que partía dos maneras de entender la civilización, aunque en Ciencias Sociales sólo nos habían hablado de una de ellas. Entonces y ahora, en la era Trump, los humanos tienen la costumbre de separar las ideas con cemento. La vida, nada global, transcurría muy despacio para un adolescente cuando acababa de arrancar la nueva década de los 80, momento en el que descubrí, al llegar al instituto, que realmente me gustaba aprender más allá del ejercicio memorístico que supuso la EGB.
Mi base musical había empezado poco antes con la adquisición de unos casetes “Cover” de los Beatles, que escuchaba hasta la extenuación mientras Radio 3 anunciaba que se estaban haciendo muchas otras cosas interesantes aquí y allá. Mi contacto directo con la música contemporánea se produjo coincidiendo con la entrada de las tropas argentinas en las Malvinas, en la temeraria operación justificada por el general Galtieri frente a la metrópoli británica, que ayudó a Margaret Thatcher a reforzar su poder. La banda sonora de aquella campaña militar la escuché en casa de mi amigo Guillermo, cuyas hermanas mayores acumulaban en las cintas de su magnetofón Revox atractivas sorpresas. Frente a las sugestivas estrofas de Lennon y Mc Cartney y los cuidados arreglos  del Sergeant Peppear’s,  descubrimos las acordes básicos de unas guitarras semi-afinadas y letras que pedían que subiera el precio del metro, calificaban al público de tonto o justificaban las sesiones de sadomasoquismo. Aquel despropósito, que cambio por supuesto mi forma de entender la música y me relación con ella, resultó ser obra de Kaka Luxe, la banda seminal de la llamada “movida madrileña”. 

Pocos años después y cuando la formación ya no existía como tal, pude por fin ver un directo de los Kaka, con sus integrantes reunidos para la ocasión en la Edad de Oro, en uno de las antológicas entregas del programa que lideraba Paloma Chamorro, que con su habitual pose alegre sabía lidiar con el desdén o falta de interés de sus variopintos y jovencísimos entrevistados a los que daba pie a hablar de sus cosas, como si estuviera en el bar o en la casa de unos amigos.
Para un aprendiz de joven como yo fue toda una sorpresa ver y escuchar a Fernando MárquezEl Zurdo” (ideólogo y voz de La Mode), la precocidad intelectual de Alaska y su guitarra en forma de estrella, el carácter vergonzoso de Carlos García Berlanga (Pegamoides y Dinarama), el look a lo Sid Vicious que lucía Nacho Canut (Pegamoides, Dinarama y hoy Fangoria), o la poca memoria de Enrique Sierra (Radio Futura), que reafirmó en la breve entrevista que mantuvimos poco tiempo después. Paloma, ataviada con un inconfundible cardado anti gravedad, introducía un refrescante estilo de conversación cercano y casi dejado que me abrió las puertas de un mundo lleno de color. Gracias a ella me hice fan de los Smiths, escuché por primera vez en televisión a los Ramones o descubrí a Johnny Thunders, acompañado por una parte los Heartbreakers, y algunos componentes de los New Yorks Dolls, en un combo inédito. 



Cada jueves esperaba a hurtadillas mi cita con el mundo exterior en “la 2”, que entonces se llamaba simplemente “La Segunda Cadena”, gracias a la magia que desplegaba la Edad de Oro, un programa de televisión hoy impensable, sin ningún tipo de complejos y desinhibido, con música y mucho más en “riguroso directo”. Recuerdo momentos divertidamente refrescantes como cuando la periodista pregunta a MacNamara y a Pedro Almodóvar que era lo peor que se había dicho del duo, a lo que Fabio responde “que somos chicos”. Momentos delirantes como la conversación con Poch (líder y guía de Derribos Arias) que empieza con la pregunta “¿es verdad eso de que sois un grupo cutre?”. Un inusitado despliegue de medios del programa, para seguir el viaje iniciático de Miquel Barceló y Javier Mariscal por tierras del Algarbe portugués en busca de inspiración, incluyendo el uso de un helicóptero de verdad (nada de drones de juguete) para tomar planos aéreos de los dos artistas trabajando la playa. Una de las frases más reveladoras de cómo estaban yendo los 80 la pronunció el creador del “Cobi” en el plató de la Edad de Oro: “yo creía que habría más marcheta”.

Ahora Paloma Chamorro ha dejado definitivamente el plató de manera inesperada, de una noche para otra, sin casi avisar. Queda su legado que es el de muchos, unido a la época en que llegó la postmodernidad a España mostrada en un programa que empleó, no por casualidad, el nombre que ya usaron Buñuel y Dalí como marca del desenfreno de sus multiorgásmico mundo surrealista en la segunda película del creador aragonés estrenada en 1930. El arte, el bueno, no caduca, tampoco lo ha hecho la ventana al aire fresco que nos abrió la Musa de los Jueves. No hay tiempo para el olvido ni la nostalgia, pero siempre persistirá el recuerdo.